Hablamos spanghlish cuando se trata de ciberseguridad

Entre los muchos términos que podemos encontrar cuando hablamos de ciberseguridad, ¿te habías preguntado qué nos hace elegir extranjerismos? Esto es, usarlos tal cual se presentan e incluso pronunciarlos de la manera mas parecida al idioma original. Por ejemplo: criptojacking, malware, firewall, bots, hash, software, hardware, web, hacker, megabyte o keylogger.

¿Qué nos hace tomarlos como préstamos? Es decir, adaptar su grafía a nuestro idioma, como caché, URL (u erre ele), formatear y hackear.

¿Qué nos hace usarlos como calcos? O sea, traducirlos de una manera literal. Por ejemplo: ancho de banda, direccion IP, texto claro, sitio Web y parche de seguridad.

Y por último, ¿qué nos hace ser indiferentes ante la elección entre español o inglés? como escribir online o en línea; offline o fuera de línea/desconectado; headers o cabeceras; screenshot o captura de pantalla; password o contraseña, link o enlace.

Según la RAE, la incorporación de una palabra extranjera suele deberse a que no existen equivalentes en castellano, o son poco utilizados. Esto sería un extranjerismo necesario. Aunque en otros casos —cada vez más a menudo— palabras extranjeras se incluyen en nuestro vocabulario a pesar de existir un equivalente en nuestro idioma. En este caso, se trata de anglicismos innecesarios o superfluos.

Hoy en día las variedades lingüísticas que coexisten compiten entre sí por la conquista de ámbitos de uso. No es coincidencia que suelen ser aquellas cuyos hablantes tienen más poder cultural, económico, político o militar las que generalmente se acaban imponiendo sobre las demás.

Si nos remontamos a la historia, de igual manera que el latín dejó huella en las lenguas vernáculas con las que rivalizaba, ahora vemos como cada vez un mayor número de préstamos del inglés —bien recibidos o no— se abren paso en las lenguas de todo el mundo1 y en nuevos ámbitos de estudio como la ciberseguridad, sobre todo cuando están dominadas por las nuevas generaciones, quienes tienden a adaptarse mejor al bilingüismo.

Algunos lingüistas explican que las razones por las que una lengua minoritaria toma elementos de una dominante son que se crea un nuevo referente extralingüístico o se percibe la lengua dominante como superior o prestigiosa.

Sin embargo, si profundizamos entre las motivaciones de una persona para utilizar anglicismos también está la obtención de precisión en el mensaje, en los casos en que el anglicismo tiene un significado más especializado que sus equivalentes en español o posee otras connotaciones que enriquecen el texto. Asimismo, se concluye que “podrían existir razones personales del usuario, tales como: a) La persona tiene en mente la expresión inglesa, buscar la equivalencia en español le supone pararse a pensar […]; b) Usar extranjerismos van con su forma de ser y expresarse; c) Responde a la <<deformación profesional=””>deformación profesional</deformación><deformación profesional=””>>, es parte de su jerga; d) Se quiere demostrar cultura, etc.” 2</deformación>

No sin dejar de lado y concluir que el número total de extranjerismos, préstamos o anglicismos pueden depender también de factores como el nivel de especialización del documento, la región —si fue producido originalmente en español o fue traducido del inglés, en cuyo caso puede presentarse una variación si es adaptado al castellano por un traductor o por un especialista en el área— y, por último, si el texto proviene del español peninsular o del español americano.

Referencias:
https://dle.rae.es/
1 Osselton, N.E. (2003). Foreword, in Görlach, M. English Words Abroad. Amsterdam/Philadelphia: John Benjamins Publishing.
2 González Cruz, M. I.; Rodríguez Medina, M. J. (2011). La función pragmática de los anglicismos: algunos ejemplos en el habla juvenil de las Palmas de Gran Canaria. Miscelánea: A Journal of English and American Studies, 43, 13-13.